Los viajeros quedaron encantados, y sus elogiosas críticas hicieron que Marruecos Tours aumentara su volumen de negocio. Pero para Omar, la verdadera recompensa era ver las sonrisas en sus caras y saber que había contribuido a crear una experiencia inolvidable.
Fuera del trabajo, Omar era un hombre de placeres sencillos. Le encantaba pasar las tardes con su familia, compartiendo historias en torno a una copiosa cena. Le apasionaba la fotografía, y a menudo captaba la belleza de los paisajes marroquíes en sus escasos días libres. Y aunque rara vez viajaba, se enorgullecía de saber que su trabajo permitía a otros explorar las maravillas de su tierra natal.
Para Omar, Marruecos Tours era algo más que un trabajo: era una labor de amor. Cada reserva que confirmaba, cada factura que tramitaba y cada problema que resolvía era un paso hacia la realización del sueño de alguien. Y mientras estaba sentado en su mesa, tomando café y revisando las reservas del día, Omar no podía evitar sonreír. Él también estaba viviendo su sueño, número a número.
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